Riccardo De Gennaro
periodista y director de la revista “Il Reportage”
Con el ojo enamorado
Las cosas que principalmente surgen de la fotografia de Lorenzo Pompeo es su ojo enamorado. Cada toma es un reclamo del corazon confrontando al ser humano. Es un caso rarissimo que no apezcan en sus composiciones hombre, mujeres y ninos. Si no es el caso, aparece un arbol, o qualquier cosa que invoca la vida, el crecimiento, la trasformacion. La calle es su lugar privilegiado de toma, porque la calle crea un sentido de libertad, los musicos tocando, los ninos juegando y los atletas corriendo. La mirada de Lorenzo es una apuesta a la libertad, una busqueda de los poco espacios restante a los hombres para expresarse. Tambien en el caso de un monje del Monte Athos salido del monasterio, o de un anciano burocrata que escribe sentado en un banco en lugar de hacerlo en el escritorio, no hay automobiles en su fotografia salvo cuando son atrapados como un pez en la red.
En la fotografia de Lorenzo, asi poblada de ninos (algunas de ellas sus hijas) i de jovenes mujeres, la cosa que se impone siempre es la inocencia, aun desde un punto de vista formal . Lorenzo no recurre a enganos para buscar la “foto bella”, pero busca siempre lo natural, las sombras que se cruzan, el contraste de la luces, el reflejo. No hay nada costruido o artificial: Lorenzo juega con el pozo de agua, i los faroles, las rejas, las sabanas colgadas, moviendose en la busqueda de mundos escondidos en los plieges de la realidad, donde los libros y las telas vuelen come en un relato de Bruno Schulz, los ninos son duendes, las palomas filosofos i las estatuas musas. Este amor por la humanidad, esta inociencia de la mirada le permiten de alcanzar una meta que poco fotografos son capaces de consequir, es esta meta la felicidad. En el momento en que mira alrededor en busqueda de la composicion correcta, aquella que entra perfectamente en su poetica, o en el momento en que ha conseguido a obturar con sus dedos, imagino Lorenzo feliz. Entonces lo veo que observa las imagenes capturadas en la pantalla, alza los ojos para verificar si en el tiempo trascurridos la composicion ha mejorado, despues observa nuevamente su maquina i con un pequeno movimiento de la cabeza, muesta su satisfaccion, como un Rober Walser que llega al final de una pagina.